quarta-feira, 21 de maio de 2014

Você sabia da greve do hamburguer?

Com o título de “Paran empleados de cadenas de comida rápida en EE.UU y otros 30 países” (Em greve empregados das cadeias de fast-food nos EUA e outros 30 países), o jornal Rebelión, publicado na web (ver link ao lado), postou esta matéria de autoria de David Brooks publicada originalmente no dia 15 de maio último, no periódico La Jornada. Uma notícia, que eu saiba, nada divulgada no Brasil.
Achei por bem transcrevê-la em espanhol, porque, creio ser de leitura fácil para boa parte dos leitores, e tambem porque uma tradução exigiria tempo e talvez não resultasse tão correta.

Elevar los sueldos implicaría eliminar miles de empleos, según las multinacionales
Nueva York, 15 de mayo.
Trabajadores y simpatizantes de una campaña para exigir mejores salarios y el derecho a la sindicalización para los millones de empleados de las principales cadenas de comida rápida, realizaron paros y mítines en más de 150 ciudades de Estados Unidos, y en otras 80 localidades de 30 países, según organizadores que afirmaron que se trata de la movilización laboral más grande de este tipo.
Aquí y en Los Ángeles, Atlanta, Chicago, Filadelfia, Milwaukee y decenas de ciudades más, trabajadores, sindicalistas, líderes comunitarios, defensores de derechos laborales y organizaciones inmigrantes realizaron acciones frente a franquicias de McDonald’s, Burger King, KFC, Wendy’s y otras de las grandes multinacionales de comida rápida, al tiempo que sus contrapartes en otras ciudades del mundo hacían lo mismo. Huelga por $15, $15 y un sindicato y Valemos más se leía en las pancartas. En Chicago, la marcha arrancó con mariachi.
La principal exigencia en Estados Unidos es elevar el salario a 15 dólares la hora, ya que gran parte de los trabajadores en este sector gana el mínimo federal, de entre 7.25 dólares y 9 dólares.
El movimiento nació en 2012 con una serie de paros en las franquicias de comida rápida en Nueva York, algo que se expandió en los últimos meses por el país con la realización de varios paros de un día. Aunque el movimiento aún no puede calificarse de masivo –las acciones de hoy convocaron en algunos casos a unas 200 personas, y en otras sólo decenas–, ambos lados, el laboral y el empresarial, entienden que puede ser apenas el inicio de un movimiento con enorme potencial ante la realidad de la histórica brecha entre ricos y todos los demás, en cada vez más países.
Las matrices de estas empresas, asociaciones empresariales de la rama y centros de análisis conservadores, han descalificado la importancia y dimensión de estas acciones, y acusado que son fabricadas por sindicatos para uso mediático, sin contar con gran participación de los empleados. A la vez, advierten que aceptar la demanda para elevar los salarios implicaría eliminar miles de empleos y elevar los precios al consumidor. Más aún, insisten en que ya ofrecen salarios competitivos y oportunidades de avanzar para millones de trabajadores de bajos ingresos.
Pero el movimiento de fast food, apoyado por algunos sindicatos, sobre todo el Internacional de Empleados de Servicios (SEIU), continúa exigiendo el incremento, así como el derecho de sindicalización. Las acciones de hoy inauguran una nueva estrategia de internacionalizar el movimiento para contar con el apoyo de movimientos sindicales mucho más fuertes en otros países, así como para enfrentar a estas empresas multinacionales a escala global.
Los organizadores afirman que se realizaron protestas de apoyo y solidaridad en por lo menos 80 ciudades de países como Japón, Gran Bretaña, Suiza, Brasil, India, Italia, Panamá, Corea del Sur, Argentina, Marruecos, Nueva Zelanda e Irlanda, entre otras.
De hecho, para coordinar el esfuerzo de esta jornada de protesta, la federación sindical internacional de Asociaciones de Trabajadores de Alimentos, Agrarios, Hoteles y Restaurantes, que representa a más de 12 millones de trabajadores en 126 países, sostuvo una reunión en esta ciudad la semana pasada con representantes sindicales de unos 25 países.
Para algunos, esto implica internacionalizar la lucha laboral en el contexto de la llamada globalización, con McDonald’s y otros ofreciendo un enemigo común por su presencia mundial (McDonald’s tiene casi 2 millones de empleados en 118 países, y en el sector privado sólo le gana Walmart).
Investigaciones recientes citadas por el movimiento revelan que más de la mitad de las familias de los trabajadores en las franquicias de comida rápida dependen de programas de asistencia pública porque no cuentan con un ingreso suficiente para necesidades básicas, empezando por la comida; eso tiene un costo a las arcas públicas de casi 7 mil millones de dólares al año. O sea, que el pago tan inferior a los trabajadores de estas empresas implica que sus costos laborales son esencialmente subsidiados por el público, argumentan dirigentes de este movimiento.

Fast Food Forward, la entidad del movimiento en Nueva York, argumenta que la industria de comida rápida es de unos 200 mil millones cada año, y que el salario anual promedio de un trabajador en ese sector es de 11 mil dólares, mientras el salario diario promedio de los altos ejecutivos es de 25 mil (más del doble del salario anual de sus trabajadores). Según CNN-Money, el pago medio para un trabajador del sector es de poco más de 9 dólares la hora, o 18 mil 500 dólares anuales, unos 4 mil 500 por debajo de la línea de pobreza oficial para una familia de cuatro personas.
Esta campaña forma parte de un movimiento diverso para elevar los salarios mínimos tanto en otros sectores (un enfoque ha sido Walmart) y que ha logrado, junto con fuerzas políticas, triunfos significativos a escala municipal y estatal (por ejemplo, California aprobó elevar el salario mínimo a 10 dólares por hora, el alcalde de Seattle promueve una alza a 15 dólares, entre otros, y 21 estados más ahora gozan de un salario mínimo superior al federal). Este movimiento también ha contribuido a que el presidente Barack Obama recientemente haya propuesto elevar el salario mínimo federal a 10.10 dólares la hora.

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