Meu amigo e parceiro neste
blogue, Jorge Vital de Brito Moreira, enviou
o link desta importante matéria, que, a qual mesmo em espanhol publico aqui.
A propósito del libro
El Marxismo de Gramsci(1) de Juan Dal Maso
Nicolás González Varela
La
fascinación político-filosófica de Gramsci con respecto a Trotsky en realidad
nunca acaba, a pesar que ya es un proscripto, un leproso (condenado de muerte
in absentia) en el ámbito comunista mundial inevitablemente “stalinizado”. Hay
más datos concretos, por ejemplo: en abril de 1930 Gramsci le pide a su hermano
Carlo que inicie los trámites ante las autoridades carcelarias para poder leer
los libros que León Trotsky publicó después de su expulsión de la URSS por
Stalin(2). En el capítulo III y el VII DM aborda el problema de la Teoría del
Estado en Gramsci, un concepto que ha soportado “negativamente” la
sobreinterpretación de la Gramscilogía. Definiendo la concepción “integral” del
Estado burgués (Stato integrale, Stato allargato) (3) que propone Gramsci como
una unidad orgánica de Momento de fuerza pura y nuda (dictadura) más Momento de
hegemonía (democracia liberal), DM se centra en el cuaderno 4 (#38, “Relaciones
entre estructura y superestructura”), en el cual Gramsci afirma, aplicando la
Dialéctica, que la distinción entre Sociedad Política y Sociedad Civil es
“metódica, no orgánica y en la concreta vida histórica, Sociedad Política y
Sociedad Civil son una misma cosa”.
La escisión
bourgeois/citoyen no es jamás ontológica, ni “natural”. El proceso histórico-
lógico de “allargamento” del Estado burgués se produce en Gramsci en dos
direcciones fuertes: 1) la dolorosa comprensión histórica de una inédita y
nueva relación capitalista entre Economía (Sociedad Civil) y Política (Estado y
sistema político), reflejada en el nuevo intervencionismo estatal durante la Iª
Guerra Mundial, el “Corporativismo” fascista, el autoritario Estado-plan en la
URSS y el New Deal en los EEUU, se trata del famoso “Americanismo” como
respuesta epocal a la Ley tendencial de descenso de la tasa de ganancia
esbozada por Marx; 2) y la reconfiguración de una nueva relación entre Sociedad
Política y Sociedad Civil (el lugar privilegiado del consenso para Gramsci, el
sistema de las necesidades materiales) (4) que comenzó a fines del 1800, en la
cual el Capital emprende vías alternativas a su desarrollo y expansión,
reflejada parcialmente en la metáfora geopolítica de “Occidente-Oriente”. La
demarcación gramsciana ataca a dos adversarios en la Gran Teoría: a la propia
Filosofía política idealista burguesa (tanto del neohegeliano Croce como del
fascista Gentile) y al Marxismo vulgar, “ufficiale” (en especial el
esquematismo “estructurasuperestructura” plasmado en el manual de Bujarin).
DM
contrapone a Gramsci con la idea del Estado tanto en Lenin como en Trotsky,
éste último con sus intuiciones sobre el rol de la burocracia sindical inglesa
(algo ya remarcado por Marx y Engels en los años 1870’s), la mexicana y el rol
de “aparato de estado” de los sindicatos soviéticos. Obviamente la idea de
Estado en Trotsky sufre el defecto de la fragmentación, de la dispersión en
análisis coyunturales, también de las limitaciones de estilo de trabajo de
Trotsky; Gramsci es lo contrario, sus reflexiones, gracias paradójicamente al
encarcelamiento fascista, son intensas, profundas, críticas, ya que incluso
intenta recuperar filológicamente al Marx verdadero. Gramsci en este tema se
coloca como un marxista auténtico, ortodoxo: en la “realidad efectiva”
(categoría hegeliana), afirma en varias ocasiones, “Sociedad Civil y Estado se
identifican”. No sustituye al Estado (Sociedad Política) por la Economía
(Sociedad Civil) ni viceversa. No establece la falsa premisa de una moderna
“autonomía de lo político” o “todo es Política” que sentará las bases del Eurocomunismo
y del Socialismo liberal. Menos el tosco mecanicismo Economicista del Dia-Mat.
El Estado, dirá Gramsci, no “genera” el momento económico capitalista, pero es
su “expresión” (espressione). DM destaca este “talante dialéctico” de Gramsci,
basado como ahora sabemos en un desesperado retorno al Marx auténtico en la
cárcel.
DM tiene
razón, a partir del cap. IV, al señalar que Revolución pasiva, Revolución
permanente y Hegemonía concentran obsesivamente muchos de los debates de los
Quaderni gramscianos. Estos términos-clave, en especial Hegemonía que podría
intercambiarse sin problemas con “Togliattismo”, no han pasado incolumnes por
el tamiz ideológico del Stalinismo, del Eurocomunismo y del Posmodernismo.(5)
Ya en 1958, en plena publicación de la primera versión “togliattizada” de los
Cuadernos…. Tamburrano se quejaba que el conceppto “Hegemonía” en Gramsci no
había sido suficientemente analizado y por ello, malentendido.(6) DM deslinda
tanto la versión neostalinista de Togliatti (la Hegemonía gramsciana sería una
antítesis absoluta de la teoría de la Revolución Permanente de Trotsky) como la
populista posmoderna de Laclau-Mouffe, la Hegemonía como una categoría
a-clasista, cultural, premonitoriamente “filoperonista”.(7) Egemonia nace en
Gramsci como una preocupación práctico-teórica sobre los trágicos rescoldos de
la gran derrota en Alemania (y no sobre un supuesto interés
historiográfico-académico en revoluciones burguesas). El contexto de su
nacimiento es mucho anterior a su encarcelamiento, se relaciona con Lenin, la
instauración de la NEP y la propuesta del Frente Único. El término ya aparece
en el final del Q1 (1929- 1930), y Gramsci oscila entre un sentido estricto en
tanto sinonimia de “Dirección” (político-cultural),(8) y antónimo de “Dominio”;
pero Gramsci también usa el concepto de forma más laxa, débil y extensiva, como
síntesis genérica de Dirección+Dominio. Mientras la composición de clase del
Imperio zarista le exigía a Trotsky explicar y predecir (su reflexión y la de
Parvus no surgen de una situación extrema de luchas de clases sino de una
abstracción teórico-política ex ante incluso a la Revolución rusa de 1905, en
este contexto hay que ubicar la irónica calificación gramsciana de ser una
consigna de “gabinete científico”, una hipótesis abstracta) el surgimiento de
revoluciones socialistas “maduras” en sociedades poco desarrolladas o con
relaciones de producción pre-capitalistas (“Oriente”), en Gramsci la
problemática se invertía: el problema era cómo sería una Revolución socialista
(si era esto posible) en las sociedades avanzadas de Occidente. Trotsky y
Gramsci intentaban dar respuestas a dos diferentes clases obreras, a dos
composiciones de clase disímiles y a dos tipos de vía burguesa al Poder.
Entre una
revolución contra el Capitalismo lentamente arraigado a través del Despotismo
asiático y otra contra el Capitalismo expandido, ya penetrado por el
“Americanismo”, en tanto causa de reunificación nacional burguesa. Para Gramsci
la Hegemonía en la época burguesa nace en el lugar central, la fábrica
(“l’egemonia nasce dalla fabbrica e non ha bisogno di tanti intermediari
politici e ideologici”) y el terreno privilegiado de la lucha por la Hegemonía
es la Sociedad Civil. Una Clase (sea la burguesía, sea el proletariado) es
dominante en dos sentidos o modos: es “dirigente” (con respecto a las clases
aliadas) y a la vez “dominante” (con respecto a las clases adversarias). DM
concluye que existe aquí un auténtico “punto de convergencia” entre Trotsky y
Gramsci, dado que “la mecánica de la Revolución permanente en Occidente está
estrechamente ligada a la constitución de la clase obrera como clase
hegemónica” (p. 99). Mientras Trotsky plantea un problema de estrategia y
táctica en Occidente basada en prognosis y diagnosis (elaboradas en un ciclo
que va de 1904 a 1929), Gramsci plantea un problema previo a toda
estrategia&táctica, el de “dirección de clase”, a partir de una derrota
epocal en toda Europa y de contra-revolución en la URSS. Dos reflexiones
estratégicas desde la oscuridad de una derrota histórica de la clase obrera
europea. Pero la diferencia es que Gramsci ha captado de manera más precisa y
concreta el radical cambio “morfológico” en la Política burguesa tras 1917 y
1929. Por supuesto que para Gramsci “Hegemonía” no es una esencia metafísica, ni
un sistema sociológico funcionalista, ni una superestructura “culturalista”,
sino una categoría marxista, que se entiende que se ejerce “materialmente”, por
lo que inmediatamente surge el concepto gramsciano co-originario de “apparato
egemonico”, de Aparato hegemónico, desarrollándolo a partir de Hegel y su
análisis del “Asociacionismo” en la Sociedad Civil (“tramas privadas” del mismo
Estado). La construcción de un “aparato hegemónico” en la Sociedad Civil el
gran mérito teórico-práctico de Lenin, aplicando un Marxismo “abierto” a la
situación concreta de la Rusia zarista en abril de 1917.
DM
paradójicamente rechaza en una parte la “generalización” a-clasista y
discursiva de Laclau, pero se vuelve a introducir por la ventana (p. 111)
cuando dice coincidir con la opinión del filósofo Gianni Francioni,(9) en que
Gramsci finalmente construye una “Teoría general” de la Hegemonía, como un
suerte de Lógica general del dominio político. Ya sabemos su traducción:
eliminación de la determinación en última instancia de lo económico, represión
del concepto de clase (ergo: y de toda Política de sesgo clasista),
autonomización de la Política, negación de que la Política sea Economía
“concentrada”, metamorfosis de la Política en un Ontología estilo Kant. Todas
las categorías gramscianas podrían “adaptarse” a cualquier circunstancia
histórico-temporal. Contrariando la idea dialéctico-materialista de Marx, si
Hegemonía es una “Teoría general”, es ella (en cuanto un trascendental puro) la
que establece las condiciones de posibilidad de la acción política (que es lo
“particular”, pleno de empiria y situaciones concretas). La Hegemonía es el
“Ser” y la situación política concreta el “Acontecimiento”, en términos
heideggerianos-derridianos-lacanianos. Otra cosa más terrible aún: en Gramsci
Egemonia tiene siempre un enraizamiento esencial con la Economía, es su
fundamento material y estructural (por eso recurre en los Quaderni al Marx de
1857 y de 1859), ya que allí es dónde ella nace, dimensión que desparece en las
versiones populistas y post-marxistas.
Notas
1 Dal Maso, Juan: El Marxismo de Gramsci,
Ediciones IPS, Buenos Aires, 2016.
2 Como informa el editor italiano de los
Quaderni, Valentino Gerratana, en la cronología que antecede el tomo 1.
Recordemos que Trotsky fue deportado de la URSS en febrero de 1929.
3 El mayor aporte de Gramsci a la Teoría
marxista del Estado según el influyente trabajo de Christine Buci-Glucksmann de
1975: Gramsci et l’État, Paris, Fayard, 1975; en español: Gramsci y el Estado;
Siglo XXI, México, 1978.
4 Gramsci dixit: “Stato in senso organico e
più largo (Stato propriamente detto e società civile)”, (C6, #87, 1931).
5 Sobre la historia del concepto y las
polémicas por sus “usos”, véase: Andrea d’Orsi (a cura di): Egemonie, Dante&Descartes,
Napoli, 2008.
6 Intervención aparecida en: Studi gramsciani,
Editori Riuniti, Roma, 1973, p. 277.
7 Ese espantajo conceptual denominado
“democrazia progressiva” en la ideología del Togliattismo y en el
tardo-stalinismo del PCI. La tesis “peronista” del Postmarxismo en: Ernesto
Laclau y Chantal Mouffe: Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una
radicalización de la democracia, Siglo XXI, Madrid, 1987 (la edición original
es de 1985).
8 Sintomáticamente Gramsci titula la nota como
“Direzione politica di classe prima e dopo l’andata al governo” (Q1, #44).
9 Francioni, Gianni: L’officina gramsciana.
Ipotesi sulla struttura dei «Quaderni del carcere», Napoli, Bibliopolis, 1984;
Francioni es un especialista en la Filosofía del 1700’s y del Iluminismo
italiano.
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